Las fuentes
de energía son elaboraciones naturales más o menos complejas de las que el ser
humano puede extraer energía para realizar un determinado trabajo u obtener
alguna utilidad. Por ejemplo el viento, el agua, el sol, entre otros.
Desde la
prehistoria, cuando la humanidad descubrió el fuego para calentarse y asar los
alimentos, pasando por la Edad Media en la que construía molinos de viento para
moler el trigo, hasta la época moderna en la que se puede obtener energía
eléctrica fisionando el átomo, el hombre ha buscado incesantemente fuentes de
energía de las que sacar algún provecho para nuestros días, que han sido los
combustibles fósiles; por un lado el carbón para alimentar las máquinas de
vapor industriales y de tracción ferrocarril así como los hogares, y por otro,
el petróleo y sus derivados en la industria y el transporte (principalmente el
automóvil), si bien éstas convivieron con aprovechamientos a menor escala de la
energía eólica, hidráulica y la biomasa. Dicho modelo de desarrollo, sin embargo,
está abocado al agotamiento de los recursos fósiles, sin posible reposición,
pues serían necesarios períodos de millones de años para su formación.
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